domingo, abril 25, 2004
Una caricia
A menudo los hijos
se nos parecen...
y asi nos dan la primera... satisfacción
Serrat
Y de pronto estaba ahí, con dos o tres de sus juguetes preferidos, levantándolos por el aire y dejándolos caer, muerto de risa, como si en ello se encerrara el sentido de la alegria. Y yo lo relojeaba, primero, porque la risa me contagiaba, y segundo, porque si uno se descuida, seguro que algo pasa. O tal vez lo segundo primero, y lo primero después.
Y él seguía... "ata ete ete, jjjjjj, psssss, ete ata", todo en ese lenguaje profundo, que es algo así como la raíz del sentido, mezclado con las carcajaditas con gusto a nuevo, como sabe cada una de las cosas que se le desprenden en estos 9 meses.
Y sonreía, ahora concentrado en los colores de una pelota de goma, que tiene el tamaño que deben tener las pelotitas de ping pong de los gigantes, pero que para él es grande como un mundo... y dale que va "ata ata... ete ete... babababab, ete, vavava". Y la pelota que se le fué rodando y pegó contra la pata de la silla y volvió solita... pero volvió tímida y se quedó a medio camino, entre él y los molinos de viento.
Y entonces él, tuvo que desplazarse un poco, para buscarla. Pero la pelota ya no importó mucho... porque ahí se erguía imponente la pata de algarrobo de la silla.
Y yo relojeaba... porque encima ahora estaba en silencio... y cuando el silencio dura más de 4 segundos de reloj, es porque algo pasa.
Y él concentrado... primero una mano, despues la otra, después un pie, después el otro, hizo fuerza con la cara, con la cola, con el estómago y con el alma... y, de pronto, y sin aviso, se puso de pie, solo... solito, sin que yo ni siquiera, soplara el aire para ayudarlo.
Y se quedó ahi... unos segundos... mirando el mundo desde 73cm, que le deben haber dado vertigo de lo altos que eran cuando nadie lo sostenía.
Entonces decidió volver a sentarse... alternando indeciso los ojitos de cielo entre la pelota de colores... y la cara de mamá, sorprendida, atónita, contentísima y hasta medio emocionada. Y sólo agregó "ata ata, mamambabamava" y ni se dió cuenta que con eso sólo detuvo el mundo.
se nos parecen...
y asi nos dan la primera... satisfacción
Serrat
Y de pronto estaba ahí, con dos o tres de sus juguetes preferidos, levantándolos por el aire y dejándolos caer, muerto de risa, como si en ello se encerrara el sentido de la alegria. Y yo lo relojeaba, primero, porque la risa me contagiaba, y segundo, porque si uno se descuida, seguro que algo pasa. O tal vez lo segundo primero, y lo primero después.
Y él seguía... "ata ete ete, jjjjjj, psssss, ete ata", todo en ese lenguaje profundo, que es algo así como la raíz del sentido, mezclado con las carcajaditas con gusto a nuevo, como sabe cada una de las cosas que se le desprenden en estos 9 meses.
Y sonreía, ahora concentrado en los colores de una pelota de goma, que tiene el tamaño que deben tener las pelotitas de ping pong de los gigantes, pero que para él es grande como un mundo... y dale que va "ata ata... ete ete... babababab, ete, vavava". Y la pelota que se le fué rodando y pegó contra la pata de la silla y volvió solita... pero volvió tímida y se quedó a medio camino, entre él y los molinos de viento.
Y entonces él, tuvo que desplazarse un poco, para buscarla. Pero la pelota ya no importó mucho... porque ahí se erguía imponente la pata de algarrobo de la silla.
Y yo relojeaba... porque encima ahora estaba en silencio... y cuando el silencio dura más de 4 segundos de reloj, es porque algo pasa.
Y él concentrado... primero una mano, despues la otra, después un pie, después el otro, hizo fuerza con la cara, con la cola, con el estómago y con el alma... y, de pronto, y sin aviso, se puso de pie, solo... solito, sin que yo ni siquiera, soplara el aire para ayudarlo.
Y se quedó ahi... unos segundos... mirando el mundo desde 73cm, que le deben haber dado vertigo de lo altos que eran cuando nadie lo sostenía.
Entonces decidió volver a sentarse... alternando indeciso los ojitos de cielo entre la pelota de colores... y la cara de mamá, sorprendida, atónita, contentísima y hasta medio emocionada. Y sólo agregó "ata ata, mamambabamava" y ni se dió cuenta que con eso sólo detuvo el mundo.
