martes, mayo 17, 2005
En otro tiempo. en otro lugar...
...
...a mi me hubiera gustado ser película y contar historias. Pero historias de esas que se recuerdan cuando te despertas insomne o cuando tomás un cafe una tarde de lluvia porque a tu amigo se le atraso el colectivo, y está por llegar, pero no.
... y ahora que lo digo, me hubiera encantado ser café. Un café negro, bien fuerte, pero con rebajado con leche. Un cafe de esos que te tomás de mañana con hambre, o que hacés desaparecer en una charla entre cigarrillos, pero sin la parte de los cigarrillos.
... libro. Eso sí. Libro. Compañero, amigo, amante. Uno de esos libros que parece que tuvieran manos que te tomaran de la nuca cuando los lees y que no te dejan escaparte tan fácil. Un libro de tapa dura y letras grandes, esos que resaltan en el estante que está a mano de una biblioteca, esos que se miran con ganas en una tarde en que te vas apurada.
... vidriera de kiosco. Ahí tan oronda y emperifollada, con colores y sabores de esos que te parece que no te entran en el radio del ojo cuando querés abarcarlos todos con un solo golpe de mirada.
... música. Me hubiera encantado ser melodía, no hubiera sabido en qué canción quedarme atrapada. Pero me hubiera gustado poder susurrar y que se escuchara así ... así como se escucha cada vez que algo merece una melodía.
... me hubiera gustado ser lluvia. Tormenta de verano. Batirme con furia sobre una ciudad sofocada y desaparecer de golpe, dejando como recuerdo el olor de la tierra mojada y la promesa de una brisa.
... un caballo negro de esos de raza que corren más rápido que el viento en un campo que de pronto te hace pensar que estás descubriendo el color verde. O el viento mismo. O el color verde. Cualquiera de los tres me hubieran gustado, porque ser la libertad misma, hubiese sido demasiado complicado
... una lagrima imprevista. De esas que en realidad algo te arranca de golpe. Las que no pensas. Las que no contenes. Las que alguien te roba. O el abrazo que las calma.
... una cama mullida, unas monedas de oro, una toalla seca, una bufanda perfumada, una caricia en el pelo, un dibujo bien hecho, un personaje entrañable, una ventana golpeandose a lo lejos, un penal sobre la hora, un refran mal citado, un capitulo final, un mimo en la punta del pelo, la mano oportuna que te rasca la espalda, una buena cachetada, el click de la luz que se apaga, el rayo de sol que empieza el día...
todo eso, sólo por nombrar algunas de las cosas simples que yo hubiera sido de buen grado, como para no entrar hoy, a esta hora, a desmembrar sueños profundos ni deseos en lista de espera.
...a mi me hubiera gustado ser película y contar historias. Pero historias de esas que se recuerdan cuando te despertas insomne o cuando tomás un cafe una tarde de lluvia porque a tu amigo se le atraso el colectivo, y está por llegar, pero no.
... y ahora que lo digo, me hubiera encantado ser café. Un café negro, bien fuerte, pero con rebajado con leche. Un cafe de esos que te tomás de mañana con hambre, o que hacés desaparecer en una charla entre cigarrillos, pero sin la parte de los cigarrillos.
... libro. Eso sí. Libro. Compañero, amigo, amante. Uno de esos libros que parece que tuvieran manos que te tomaran de la nuca cuando los lees y que no te dejan escaparte tan fácil. Un libro de tapa dura y letras grandes, esos que resaltan en el estante que está a mano de una biblioteca, esos que se miran con ganas en una tarde en que te vas apurada.
... vidriera de kiosco. Ahí tan oronda y emperifollada, con colores y sabores de esos que te parece que no te entran en el radio del ojo cuando querés abarcarlos todos con un solo golpe de mirada.
... música. Me hubiera encantado ser melodía, no hubiera sabido en qué canción quedarme atrapada. Pero me hubiera gustado poder susurrar y que se escuchara así ... así como se escucha cada vez que algo merece una melodía.
... me hubiera gustado ser lluvia. Tormenta de verano. Batirme con furia sobre una ciudad sofocada y desaparecer de golpe, dejando como recuerdo el olor de la tierra mojada y la promesa de una brisa.
... un caballo negro de esos de raza que corren más rápido que el viento en un campo que de pronto te hace pensar que estás descubriendo el color verde. O el viento mismo. O el color verde. Cualquiera de los tres me hubieran gustado, porque ser la libertad misma, hubiese sido demasiado complicado
... una lagrima imprevista. De esas que en realidad algo te arranca de golpe. Las que no pensas. Las que no contenes. Las que alguien te roba. O el abrazo que las calma.
... una cama mullida, unas monedas de oro, una toalla seca, una bufanda perfumada, una caricia en el pelo, un dibujo bien hecho, un personaje entrañable, una ventana golpeandose a lo lejos, un penal sobre la hora, un refran mal citado, un capitulo final, un mimo en la punta del pelo, la mano oportuna que te rasca la espalda, una buena cachetada, el click de la luz que se apaga, el rayo de sol que empieza el día...
todo eso, sólo por nombrar algunas de las cosas simples que yo hubiera sido de buen grado, como para no entrar hoy, a esta hora, a desmembrar sueños profundos ni deseos en lista de espera.
