No sé. Empezó un sábado de lluvia en que no pudimos ir al zoológico por el clima. Vos quería jugar con tus animales y por algún lugar de la biblioteca estaba el mapa del zoo que nos dieron la última vez... Cerraba perfecto... 240 animales de juguete separados en selva, granja, desierto, bosque, mar y aves... con caminos, árboles y recipientes para comida. El living de casa era una fiesta. Nunca tuvo tanto color.

Después hubo que inventar. Los mismos animales armaron todos los equipos del Torneo Clausura (los dinosaurios eran los leprosos porque, se sabe, estan muertos) y ganaron los canallas de los felinos, campeones de todas las copas del mundo salieron. Otra tarde armamos los Juegos Olímpicos por completo, había que ver a los elefantes y rinocerontes compitiendo en levantamiento de pesas, pero para mí lo mejor fue la gacela velocista.

Otra vez el zoológico, pero mejorado; con corrales para cada especie... El arca de Noé con colaboración de los rastris, la sabana africana, los agrupamientos por tamaños, por colores, continentes de procedencia. Las cadenas alimenticias. La vuelta a los zócalos en ochenta días.

Se fueron sumando animales nuevos, raros; de esos que había que buscar en internet para saber qué comían. Y buscando, buscando, apareció un cuento de la Bornerman y resultó que si contabamos con los muñequitos de los playmóbil los podíamos hacer actuar porque teníamos vaca, tero, puercoespín, mulita... y a representar cuentos; y a reemplazar actores por un león ductil.

Y una tarde llegaron los cuatro de Madagascar, y hubo que reproducirles la película para uqe se sintieran bien...

Y tuvimos que armar el rompecabezas del reverso de la caja y descubrimos que éramos buenos para eso, no tan buenos como para las torres de bloques, y las pilas de encastres...

No tenemos demasiada habilidad para moldear masa, pero lo compensamos con creces con los sonidos que le sacamos al órgano ese feo y a la guitarra. Nos lleva horas juntar cada mazo de cartas de dibujitos en su caja pero nadie nos quita los cuatro o cinco memotest que jugamos en simultáneo.

El peluche de Shrek se pelea siempre con el de Barney porque uno no se queda sentado sin el otro, pero pasan horas en la ronda de libros que armamos en el rincón. Y siempre hay globos de reserva por si se revienta "Petrulo". "Petrulo" siempre tiene una cara distinta improvisada con marcador indeleble, pero vuela igual de alto. Y se pierde entre las pelotas de Tweety y la de Central que trajimos de las vacaciones y que, de milagro, aún sobreviven.

El dominó es más divertido que la lotería y de los libros para pintar ni uno sólo se salvo de una visita a la caja de marcadores, el piso y la mesa tampoco pero lo controlamos. De tele, poco y nada, los Backyardigans a las siete y media de la tarde. Porque la estallan. Y películas. Unas cinco veces de Vacas Vaqueras, dos de Bambi, mínimo tres de Los Increíbles. Centenares de El Rey León y cantidades industriales de Mickey y Goofy; las demás, creo, una vez; pero esas son para cuando llueve y compramos papas fritas y Seven Up, o hacemos te con tostadas porque no se puede salir.

Así Joa, más o menos así, (yo diría que todavía más más que menos) es como pasan tus ratos adentro de casa. Dirás, con los años, que mamá te enseñó infinidad de juegos, puede ser; pero más bien, yo creo que mamá aprendió a jugar.