
jueves, enero 05, 2006
Hablemoslo! (Hoy: SPM)
El siempre esperado pero no por ello recibido con honores SPM (AKA: esos días previos a ESOS días) origina toda clase de quejas de la platea masculina (se sabe, los hombres son +culinos; las mujeres, +culonas). Si bien es cierto que estas quejas pueden ser justificadas en algunas oportunidades (he estado con mujeres en pleno SPM y he querido (no leer como sinónimo de amante) matarlas sin hiperbole), en mucho, se exageran (porque a ustedes exagerar les encanta, de hecho es la única ciencia que desarrollan con precisión porque creen que es la que les provee alguna oportunidad de tener sexo).
En fín. Vamos a poner un poco en claro qué implica el SPM para una mujer promedio, como para que, con conocimiento de causa, se den cuenta de con qué bueyes aran (una comparación muy poco feliz, por cierto).
Indisponerse implica, se sabe, una alteración hormonal. Claro. Ya lo saben. Y ustedes se preguntan a diario (o mejor, mensualmente, o sea... se lo preguntan a periódico) hasta dónde tienen que soportar por unas cuantas hormonas que están viviendo la vida loca... Bueno, no es tan simple.
Hablemos mejor de los efectos inmediatos que tiene esta alteración en cualquier mujer que se precie (no, no hablamos sólo de las putas). Te hinchas. Te hinchas mal. O sea, empezas a retener hasta el líquido de esa porción de sandía que te comiste a la tarde del lunes de la semana anterior. Ni hablar del agua. Te calentas con cualquier cosa (te calentas de excitarse... excitarse de tener ganas de coger... coger de garchar... garchar de salto con garrocha... eso) pero con cualquier cosa mal. Al punto de verte obligada a sentirte mal con vos misma por ser tan patética. La piel, un desastre. Se resecan las extremidades porque toda la grasitud está concentrada en la cara... Es un combate a brazo partido (o mejor a uña partida) para que la cara no luzca como la de un adolescente enamorado de la mayonesa.
Peor cuando te llenás de aire... ah, esa no la tenían. Y la angustia. Porque una cosa es la emoción. Esta también te ataca. De golpe estás mirando una publicidad golpe bajística y en lugar de indignarte como corresponde a una intelectual común (de esas que abundan en todas las universidades de sociales) tenés que maniobrar para secarte las lágrimas de los ojos. Pero yo hablaba de la angustia. Ese nudo en el pecho porque fulanito le dijo a menganito que pepito vio que jaimito decía que el martes no te combinaron los zapatos con la cartera (bueno, no tanto, pero creanme, hay momentos de verdadera tristeza por boludeces irrisorias)
Y ustedes dirán: Si ya lo saben, controlense (pero ustedes son taaaaaaaan inteligentes, tan lindos, tan copados, tan buenos, tan encaminados, tan sensatos y tan gays). No, no es así. Porque cuando vos estás esperando la emoción (no, no me refería a LA relación sexual mensual), aparece la angustia. Y cuando esperas a la angustia aparece la iracundia. Y mamita...
Todo eso para qué. Para que una noche a las cuatro y media de la madrugada te despierte un dolorcito que conoces de memoria y digas por fin. Ya está acá. Se decidió a bajar. Y la alegría dure menos que... qué coincidencia... dure menos que la alegría del último mañanero. Porque sabés que ahora empiezan los cuatro o cinco días de tener que hacer tripa corazón y amigarte con los baños ajenos para cambiarte el tampón o lo que sea a cada rato. De tomar cualquier pastilla que llegue a tus manos con la palabra IBU. De decidir si la boca se lleva todas las alegrías o si lavás las sábanas. Y demás.
Entonces, no me jodan. El SPM con su alteración de hormonas no es nada. Es decir. El problema es todo lo demás. ¿Quién puede transitar esos días como si nada en medio de todo eso? Vamos, no me levanten las manos los de pelos en la cara porque no. O sea, varones, hablemos en serio, la mayoría de ustedes desfallece ante un partido de papi fútbol no programado en la semana. Y el que sobrevive sucumbe ante la primer fiebre de otoño. Asique no jodan.
Igual, lo admito. Exageré. No nos da a todas todo, todo el tiempo (al carajo el diccionario de sinónimos) pero bueno si ustedes con algo tan simple y poco sutil como: te voy a hacer gritar como una perra, consiguen lo que consiguen, todo este palabrerío tiene que resultar en un poco más de paciencia la próxima vez.
Y el remate es que, pese a lo que puede deducirse de este post, no me gustan los chistes de Maitena porque estan llenosdelugarescomunesyclichésdegenero.
En fín. Vamos a poner un poco en claro qué implica el SPM para una mujer promedio, como para que, con conocimiento de causa, se den cuenta de con qué bueyes aran (una comparación muy poco feliz, por cierto).
Indisponerse implica, se sabe, una alteración hormonal. Claro. Ya lo saben. Y ustedes se preguntan a diario (o mejor, mensualmente, o sea... se lo preguntan a periódico) hasta dónde tienen que soportar por unas cuantas hormonas que están viviendo la vida loca... Bueno, no es tan simple.
Hablemos mejor de los efectos inmediatos que tiene esta alteración en cualquier mujer que se precie (no, no hablamos sólo de las putas). Te hinchas. Te hinchas mal. O sea, empezas a retener hasta el líquido de esa porción de sandía que te comiste a la tarde del lunes de la semana anterior. Ni hablar del agua. Te calentas con cualquier cosa (te calentas de excitarse... excitarse de tener ganas de coger... coger de garchar... garchar de salto con garrocha... eso) pero con cualquier cosa mal. Al punto de verte obligada a sentirte mal con vos misma por ser tan patética. La piel, un desastre. Se resecan las extremidades porque toda la grasitud está concentrada en la cara... Es un combate a brazo partido (o mejor a uña partida) para que la cara no luzca como la de un adolescente enamorado de la mayonesa.
Peor cuando te llenás de aire... ah, esa no la tenían. Y la angustia. Porque una cosa es la emoción. Esta también te ataca. De golpe estás mirando una publicidad golpe bajística y en lugar de indignarte como corresponde a una intelectual común (de esas que abundan en todas las universidades de sociales) tenés que maniobrar para secarte las lágrimas de los ojos. Pero yo hablaba de la angustia. Ese nudo en el pecho porque fulanito le dijo a menganito que pepito vio que jaimito decía que el martes no te combinaron los zapatos con la cartera (bueno, no tanto, pero creanme, hay momentos de verdadera tristeza por boludeces irrisorias)
Y ustedes dirán: Si ya lo saben, controlense (pero ustedes son taaaaaaaan inteligentes, tan lindos, tan copados, tan buenos, tan encaminados, tan sensatos y tan gays). No, no es así. Porque cuando vos estás esperando la emoción (no, no me refería a LA relación sexual mensual), aparece la angustia. Y cuando esperas a la angustia aparece la iracundia. Y mamita...
Todo eso para qué. Para que una noche a las cuatro y media de la madrugada te despierte un dolorcito que conoces de memoria y digas por fin. Ya está acá. Se decidió a bajar. Y la alegría dure menos que... qué coincidencia... dure menos que la alegría del último mañanero. Porque sabés que ahora empiezan los cuatro o cinco días de tener que hacer tripa corazón y amigarte con los baños ajenos para cambiarte el tampón o lo que sea a cada rato. De tomar cualquier pastilla que llegue a tus manos con la palabra IBU. De decidir si la boca se lleva todas las alegrías o si lavás las sábanas. Y demás.
Entonces, no me jodan. El SPM con su alteración de hormonas no es nada. Es decir. El problema es todo lo demás. ¿Quién puede transitar esos días como si nada en medio de todo eso? Vamos, no me levanten las manos los de pelos en la cara porque no. O sea, varones, hablemos en serio, la mayoría de ustedes desfallece ante un partido de papi fútbol no programado en la semana. Y el que sobrevive sucumbe ante la primer fiebre de otoño. Asique no jodan.
Igual, lo admito. Exageré. No nos da a todas todo, todo el tiempo (al carajo el diccionario de sinónimos) pero bueno si ustedes con algo tan simple y poco sutil como: te voy a hacer gritar como una perra, consiguen lo que consiguen, todo este palabrerío tiene que resultar en un poco más de paciencia la próxima vez.
Y el remate es que, pese a lo que puede deducirse de este post, no me gustan los chistes de Maitena porque estan llenosdelugarescomunesyclichésdegenero.