
viernes, mayo 05, 2006
Leyes universales
Ponele.
Una sabe, más por vieja que por zorra, algunas leyes universales.
Digamos la verdad, a una, a lo largo de la vida ciertas amigas más grandes o novios macanudos se han encargado de inculcarle máximas.
Así, por ejemplo, está el que un día hace tantos años (paren no flasheén que tampoco soy taaaaaaan mayor) le dijo a una: excelente, eso, exactamente eso mismo, pero ahora sin dientes...
Y plin. Conocimiento incorporado.
Y así.
Esto viene a colación (para mí, té sólo por favor) de que justamente ayer me acordaba a cuento de no sé qué de mi amiga V. faaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, lo que era ese cacho e bestia.
No, perdón, confundí el código.
Decía. Me acordaba de mi amiga V. que a principios de los años 90 me tiró una máxima. Porque esto es así. Yo me acuerdo de V., me acuerdo que estabamos en Córdoba, me acuerdo que fue en Los Cocos, me acuerdo del campo, del momento exacto en que me lo dijo, hace, mínimo, doce años atrás; pero no tengo la más remota idea de por qué me acordé de eso ayer (ni aunque me esfuerce eh, pero quizá no me esforcé lo suficiente porque estaba preocupada por reemplazar "puta" por "remota (y no por V. como coligieron los dos vivitos que siempre se sientan al fondo)
En fín...
Perdón, de la parrafada anterior les quedé debiendo esto (dos puntos) paréntesis (puse dos puntos como lo puse, porque sino queda :) y no era mi intención sonreir computadorilmente).
Bien.
V. dijo:
"Si querés que te bese, lo mirás a la boca mientras habla"
Y para mí, tuvo el peso de una ley.
Y funciona. Cualquiera lo sabe.
Lo preocupante, lo realmente preocupante es cuando, de pronto, te encontras haciendo una entrevista al último profesor que te sacó el aliento y que, además, explicó bien la materia (quise provocar un golpe de efecto que tratara de dar cuenta del hecho de queno me quitó el aliento académicamente hablando, pero me salió muy pedorro; pero bueno, por algo tengo un blog y no un diario o una editorial). Decía... te encontrás... INSERTAR: releer hasta antes del paréntesis.
Y te das cuenta que no sólo no tenés la menor idea de qué acaba de decir, mucho menos sabés qué pregunta enganchar y, además, le estas mirando la boca descaradamente y no porque lo uses como estrategia, ni siquiera como táctica, es más, no lo pensaste hasta que te diste cuenta que él se dio cuenta de cómo lo mirabas, porque te está sosteniendo "esa" mirada; y entonces sabés, simplemente que tu intención era comerle la boca en ese mismo bar.
y, entonces,
lo inevitable
justo cuando sabés que para que no te cobren off side tenes que seguir con la entrevista que se te empieza a ir al carajo, no podes hablar, porque si hay algo que te va a traicionar es el tono de voz, esta es otra ley, por lo que... te enfrascas en el papel con las preguntas, como si las repasaras para ver por dónde reencauzarte y qué hacés
a ver
qué
hagan apuestas
5
4
3
2
1
tirás el café a la mierda....
exacto
lo desparramás por toda la mesa.
Como si tuvieras, pongamos, 13 años y no supieras cuál es la exacta longitud de tus brazos.
No sé. Una enciclopedia de lenguaje corporal no podría haberme evidenciado mejor. Pero, ponele, cuando dijiste que (también vos) amás la semiótica, yo creo que justo ahí, me perdí por completo.
Una sabe, más por vieja que por zorra, algunas leyes universales.
Digamos la verdad, a una, a lo largo de la vida ciertas amigas más grandes o novios macanudos se han encargado de inculcarle máximas.
Así, por ejemplo, está el que un día hace tantos años (paren no flasheén que tampoco soy taaaaaaan mayor) le dijo a una: excelente, eso, exactamente eso mismo, pero ahora sin dientes...
Y plin. Conocimiento incorporado.
Y así.
Esto viene a colación (para mí, té sólo por favor) de que justamente ayer me acordaba a cuento de no sé qué de mi amiga V. faaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, lo que era ese cacho e bestia.
No, perdón, confundí el código.
Decía. Me acordaba de mi amiga V. que a principios de los años 90 me tiró una máxima. Porque esto es así. Yo me acuerdo de V., me acuerdo que estabamos en Córdoba, me acuerdo que fue en Los Cocos, me acuerdo del campo, del momento exacto en que me lo dijo, hace, mínimo, doce años atrás; pero no tengo la más remota idea de por qué me acordé de eso ayer (ni aunque me esfuerce eh, pero quizá no me esforcé lo suficiente porque estaba preocupada por reemplazar "puta" por "remota (y no por V. como coligieron los dos vivitos que siempre se sientan al fondo)
En fín...
Perdón, de la parrafada anterior les quedé debiendo esto (dos puntos) paréntesis (puse dos puntos como lo puse, porque sino queda :) y no era mi intención sonreir computadorilmente).
Bien.
V. dijo:
"Si querés que te bese, lo mirás a la boca mientras habla"
Y para mí, tuvo el peso de una ley.
Y funciona. Cualquiera lo sabe.
Lo preocupante, lo realmente preocupante es cuando, de pronto, te encontras haciendo una entrevista al último profesor que te sacó el aliento y que, además, explicó bien la materia (quise provocar un golpe de efecto que tratara de dar cuenta del hecho de queno me quitó el aliento académicamente hablando, pero me salió muy pedorro; pero bueno, por algo tengo un blog y no un diario o una editorial). Decía... te encontrás... INSERTAR: releer hasta antes del paréntesis.
Y te das cuenta que no sólo no tenés la menor idea de qué acaba de decir, mucho menos sabés qué pregunta enganchar y, además, le estas mirando la boca descaradamente y no porque lo uses como estrategia, ni siquiera como táctica, es más, no lo pensaste hasta que te diste cuenta que él se dio cuenta de cómo lo mirabas, porque te está sosteniendo "esa" mirada; y entonces sabés, simplemente que tu intención era comerle la boca en ese mismo bar.
y, entonces,
lo inevitable
justo cuando sabés que para que no te cobren off side tenes que seguir con la entrevista que se te empieza a ir al carajo, no podes hablar, porque si hay algo que te va a traicionar es el tono de voz, esta es otra ley, por lo que... te enfrascas en el papel con las preguntas, como si las repasaras para ver por dónde reencauzarte y qué hacés
a ver
qué
hagan apuestas
5
4
3
2
1
tirás el café a la mierda....
exacto
lo desparramás por toda la mesa.
Como si tuvieras, pongamos, 13 años y no supieras cuál es la exacta longitud de tus brazos.
No sé. Una enciclopedia de lenguaje corporal no podría haberme evidenciado mejor. Pero, ponele, cuando dijiste que (también vos) amás la semiótica, yo creo que justo ahí, me perdí por completo.