
miércoles, octubre 24, 2007
De como una teoría se transformo en conocimiento
Estaba yo viendo (no leer lo anterior de corrido... ea, venga tío que te has corrido en mi mano) esto (y bue... queríamos tanto a Elaine) cuando me cerró en una conclusión rotunda algo que vengo masticando debido a detalles que he estado recogiendo (epa, epa, esta última frase es redonda)
A saber...
Al parecer la mina de la serie (ex Elaine) se enamora del profesor de fútbol de su hijo (nota mental). El tipo este (un negro divino) tiene novia (y, sí). Un camión la novia (ojo, no leer literalmente que para eso los ha premiado nuestro Señor con el don de la interpretación -esto no cuenta como blasfemia, porque I mean it). Pero así, mal. Un minón. Cirujana. Buena onda. 200 de tetas. Y todos los clichés del género (no la tela, claro) que imaginen.
Bueno, cuando la mina (AKA: la mamá enamorada... no, no yo, todo hay que explicarles?) ve a este minón, se da cuenta que no, que jamás, que el tipo no le va a dar bola en la vida, que... pero.
Pero
Peeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrroooooooooooo (estoy tratando de atraer la atención de los que no me esperaron; que por supuesto, se quedaron sin desayuno en la cama, criaturines egoistas)
Acá viene la revelación!
En ese momento, el negro (el señor de color... negro) la mira a la mamá (no la suya, claro) y antes de irse (de plano) le bate (ejem) un:
"Y por cierto... salgo con ella (con el minón) para dejar de pensar en vos"
CHAN!
Y fue ahí cuando, después de mojarme hasta las lágrimas, (entre otros fluídos) noté con claridad (aunque, en realidad lo ví sola) que hay pocos momentos más tiernos (la mayoría salen crudos o pasados de cocción) en la vida de dos personas como aquel en el que alguno (él, siempre él) blanquea los sentimientos (sin con esto referirnos a Gianola) de manera irrefutable.
Sublime.
PD: Al primero que (se) venga a comentar que eso es chamuyo le voy a dar un pase libre para que pueda ir a llorar a Tierra Santa... vamos, no sean tan amargos (leprosos de cuarta).
A saber...
Al parecer la mina de la serie (ex Elaine) se enamora del profesor de fútbol de su hijo (nota mental). El tipo este (un negro divino) tiene novia (y, sí). Un camión la novia (ojo, no leer literalmente que para eso los ha premiado nuestro Señor con el don de la interpretación -esto no cuenta como blasfemia, porque I mean it). Pero así, mal. Un minón. Cirujana. Buena onda. 200 de tetas. Y todos los clichés del género (no la tela, claro) que imaginen.
Bueno, cuando la mina (AKA: la mamá enamorada... no, no yo, todo hay que explicarles?) ve a este minón, se da cuenta que no, que jamás, que el tipo no le va a dar bola en la vida, que... pero.
Pero
Peeeeeeeeeeeeeerrrrrrrrrrrrrroooooooooooo (estoy tratando de atraer la atención de los que no me esperaron; que por supuesto, se quedaron sin desayuno en la cama, criaturines egoistas)
Acá viene la revelación!
En ese momento, el negro (el señor de color... negro) la mira a la mamá (no la suya, claro) y antes de irse (de plano) le bate (ejem) un:
"Y por cierto... salgo con ella (con el minón) para dejar de pensar en vos"
CHAN!
Y fue ahí cuando, después de mojarme hasta las lágrimas, (entre otros fluídos) noté con claridad (aunque, en realidad lo ví sola) que hay pocos momentos más tiernos (la mayoría salen crudos o pasados de cocción) en la vida de dos personas como aquel en el que alguno (él, siempre él) blanquea los sentimientos (sin con esto referirnos a Gianola) de manera irrefutable.
Sublime.
PD: Al primero que (se) venga a comentar que eso es chamuyo le voy a dar un pase libre para que pueda ir a llorar a Tierra Santa... vamos, no sean tan amargos (leprosos de cuarta).