Ayer, recorrió el mundo, la foto de una bebe de nueve meses, a la que la mamá tuvo que arrojar desde un cuarto piso, para que no muriera en el incendio. A la beba la atajó un policía y está bien. Pero no los distraigo más, acá lo explican en detalle.


Me acuerdo que cuando era chica. Bueno, en realidad no era tan chica. Yo en unos meses cumplo 30 años (por qué me lo tienen que recordar? eh? por qué?), así que, cuando digo que era "chica" probablemente, ya cogía (bueno, loco, venía todo muy serio). En fín. Borremos.

Me acuerdo que cuando era chica, y leí sobre la "etica situacional", me obsesionó (sí, además de histérica a veces soy obsesiva; no en vano la momia me odiaba en Semiótica 1) el tema del "mal menor". Es decir, frente a dos opciones catastróficas, tenés que terminar eligiendo aquella que resulte en una catastrofe mejor.

Como yo, aún era bastante utópica, rebatía este punto, pensando en que nunca hay que contentarse con lo que hay, y que está bueno pelear por las propias opciones. Bueno, evidentemente yo, además de utópica era bastante ciega (pero no ciega de las que hay que guiar hasta el baño... ciega)... Por suerte, con el tiempo crecí.

Porque ayer pensaba, lo que debe haber sido para la madre de esa bebe, el instante en el que tuvo que soltarla al vacío. Con el alma entera puesta en que el policía la ataje. Para que no se la tragaran las llamas. Lo pensaba y lo volvía a pensar... y la única conclusión posible... es que hay que ver los tremendos ovarios de esa mujer... para tener que arriesgar así, aquello que más querés en el mundo, para poder salvarle la vida.


PD: seguimos buscando juego en el post no serio de abajo