sábado, abril 19, 2008
Catarsis
Hay días en los que, como hoy, sin razón aparente (aunque con infinidad de motivos que sabes de memoria) te sentís para el recontra carajo.
Hay días, como hoy, en los que no me levantaría de la cama... me haría una bolita redonda, redonda, escondería mi cara entre mis manos, y lloraría hasta que, literalmente, me quede sin una sola lágrima.
Y sabés que no es nada. Y sabés también que es todo.
Porque hay quilombos, muchos. Y algunos son de laburo, y esos los piloteas, porque, de última, siempre te queda el recurso de renunciar y listo. Pero claro, justo vos, no sos de las que renuncian porque se puso jodido. Pero, claro, saber que existe la posibilidad de que cuando te hartes, te vayas, suma... bastante.
Sin embargo, no es todo. También tenés otros quilombos en mente. En puerta. Al caer. De esos que vas piloteando pero que sabes que se te estan viniendo encima como una bomba atómica. Y esos no son de laburo. Esos te afectan mucho, muchísimo más de cerca. Y entonces te despertas a mitad de la noche, sin importar a qué hora te hayas dormido, y no te dormís más... y peor aún, si te descuidas, si no hacés un excesivo esfuerzo de la voluntad, te ahogas, literalmente, te quedas sin aire.
Y no lloras. O sí, pero intentás por todos los medios que no se cuenta nadie. Y crees que nadie se da cuenta, pero todo el mundo lo sabe. Porque, claro, el 97% del tiempo restante sos una persona alegre, feliz... Y mañana, domingo, casi seguro que te levantás dispuesta a conquistar el mundo de nuevo, y a tus demonios y a... pero otra vez pensas en lo que se te viene encima, y te das cuenta que hay días, como hoy, en los que no tenes ganas de levantarte de la cama... y si es posible que te cierren la puerta, y por dios, llorar hasta quedarte sin lágrimas.
Eso. Y nada, ni falta hace que comenten. Lo bueno de ser ciclotímica es qeu la tristeza también se te pasa. Aunque esta vez, te dure siglos.
Hay días, como hoy, en los que no me levantaría de la cama... me haría una bolita redonda, redonda, escondería mi cara entre mis manos, y lloraría hasta que, literalmente, me quede sin una sola lágrima.
Y sabés que no es nada. Y sabés también que es todo.
Porque hay quilombos, muchos. Y algunos son de laburo, y esos los piloteas, porque, de última, siempre te queda el recurso de renunciar y listo. Pero claro, justo vos, no sos de las que renuncian porque se puso jodido. Pero, claro, saber que existe la posibilidad de que cuando te hartes, te vayas, suma... bastante.
Sin embargo, no es todo. También tenés otros quilombos en mente. En puerta. Al caer. De esos que vas piloteando pero que sabes que se te estan viniendo encima como una bomba atómica. Y esos no son de laburo. Esos te afectan mucho, muchísimo más de cerca. Y entonces te despertas a mitad de la noche, sin importar a qué hora te hayas dormido, y no te dormís más... y peor aún, si te descuidas, si no hacés un excesivo esfuerzo de la voluntad, te ahogas, literalmente, te quedas sin aire.
Y no lloras. O sí, pero intentás por todos los medios que no se cuenta nadie. Y crees que nadie se da cuenta, pero todo el mundo lo sabe. Porque, claro, el 97% del tiempo restante sos una persona alegre, feliz... Y mañana, domingo, casi seguro que te levantás dispuesta a conquistar el mundo de nuevo, y a tus demonios y a... pero otra vez pensas en lo que se te viene encima, y te das cuenta que hay días, como hoy, en los que no tenes ganas de levantarte de la cama... y si es posible que te cierren la puerta, y por dios, llorar hasta quedarte sin lágrimas.
Eso. Y nada, ni falta hace que comenten. Lo bueno de ser ciclotímica es qeu la tristeza también se te pasa. Aunque esta vez, te dure siglos.