martes, noviembre 11, 2008
Enamoramiento de ficción
A Joa le gusta Hermione.
Iba a pasar.
Primero empezó con que le leyera los libros de Harry Potter... yo supuse, tontamente quizá, que no iba a mantener su atención durante las cuatro mil páginas y entonces se los voy contando mientras miro la hoja atentamente, en un sillón que hay en la pieza de él y que tiene el original nombre de: el sillón de los cuentos.
Me interrumpe no menos de doscienta cincuenta y tres mil veces por página, para preguntarme algo, para conjeturar otra cosa, para aventurar una hipótesis, para refrescar un dato, o, incluso, para disertar sobre cualquier tema.
Yo uso las interrupciones como termómetro y cuando lo noto interesado abundo en detalles y cuando no... chin pum, me invento algo o resumo unas cincuenta y nueve páginas.
A veces, lo reconozco, aprovecho la distracción para darle un cierre a la lectura del día que empezó escasos minutos atrás. Pero bueno, no se crean ustedes que la vida de las madres es como las publicidades de Pampers. No. Al menos no todo el tiempo.
Bueno, el punto es que de ahí pasamos a las películas... una cada tanto. Apenas vimos dos. Pero lo agarré de un modo...
... cada vez que aparece Hermione en pantalla, Joa sonríe francamente, de oreja a oreja... y me mira de soslayo. Un encanto. Más aún. Cada vez que alguien la nombra, sonríe. Y a veces yo, como quien no quiere la cosa meto un: bueno Hermione tal cosa... y el se ríe solo y blanquéa: me gusta mucho esa nena
A mí eso me mata de ternura. Es la primera vez que Joa se enamora de un personaje de cine, de libro. Y yo cuando lo veo, antes de ponerme a pensar en que está grande y que crece rápido y que la mar en coche... me grabo la sonrisa de Joa en la retina y me retiro satisfecha.
Porque quizá a ustedes les parece un detalle menor, pero no hay nada más groso que tener a Joa de hijo. Y sé que para cualquier mamá es así respecto del suyo propio... y eso no resta ni un ápice. Porque acá, la maravilla del asunto es que vos, Joa, justo vos, estás acá, justo en casa.
me puse muy emotiva, que lo parió*!
*bueno, precisamente... de eso se trataba
A Joa le gusta Hermione.
Iba a pasar.
Primero empezó con que le leyera los libros de Harry Potter... yo supuse, tontamente quizá, que no iba a mantener su atención durante las cuatro mil páginas y entonces se los voy contando mientras miro la hoja atentamente, en un sillón que hay en la pieza de él y que tiene el original nombre de: el sillón de los cuentos.
Me interrumpe no menos de doscienta cincuenta y tres mil veces por página, para preguntarme algo, para conjeturar otra cosa, para aventurar una hipótesis, para refrescar un dato, o, incluso, para disertar sobre cualquier tema.
Yo uso las interrupciones como termómetro y cuando lo noto interesado abundo en detalles y cuando no... chin pum, me invento algo o resumo unas cincuenta y nueve páginas.
A veces, lo reconozco, aprovecho la distracción para darle un cierre a la lectura del día que empezó escasos minutos atrás. Pero bueno, no se crean ustedes que la vida de las madres es como las publicidades de Pampers. No. Al menos no todo el tiempo.
Bueno, el punto es que de ahí pasamos a las películas... una cada tanto. Apenas vimos dos. Pero lo agarré de un modo...
... cada vez que aparece Hermione en pantalla, Joa sonríe francamente, de oreja a oreja... y me mira de soslayo. Un encanto. Más aún. Cada vez que alguien la nombra, sonríe. Y a veces yo, como quien no quiere la cosa meto un: bueno Hermione tal cosa... y el se ríe solo y blanquéa: me gusta mucho esa nena
A mí eso me mata de ternura. Es la primera vez que Joa se enamora de un personaje de cine, de libro. Y yo cuando lo veo, antes de ponerme a pensar en que está grande y que crece rápido y que la mar en coche... me grabo la sonrisa de Joa en la retina y me retiro satisfecha.
Porque quizá a ustedes les parece un detalle menor, pero no hay nada más groso que tener a Joa de hijo. Y sé que para cualquier mamá es así respecto del suyo propio... y eso no resta ni un ápice. Porque acá, la maravilla del asunto es que vos, Joa, justo vos, estás acá, justo en casa.
me puse muy emotiva, que lo parió*!
*bueno, precisamente... de eso se trataba
